El mejor partido que vi en mi vida [Manuel Podestá]

–Tomen hijos de puta –le gritamos a los dos únicos bosteros que había en el living comedor del departamento del Cuervo. Los otros eran hinchas de San Lorenzo. En el último minuto del partido, El Tano Nasuti clavó el 2 a 1 de River contra Boca. El mejor partido que vi en mi vida.
El día anterior con el Tano Chéntola estuvimos hablando en la facultad de esa final tremenda. No podíamos pensar en otra cosa, imaginábamos todo lo que podía a llegar a pasar. Creo que estábamos cursando Antropología o Análisis del discurso, no me acuerdo bien, pero seguro no escuchamos nada de lo que dijo la profesora. Nos reímos nerviosos y también tuvimos tiempo para pensar en lo peor. Estábamos tan sacados que firmamos la hoja de la asistencia y nos fuimos a la mierda. No sabíamos ni de qué carajo nos hablaba la profesora. Cuando nos levantamos para ir, los dos al mismo tiempo, todos nos miraron.
Salimos medio corriendo del aula y nos cruzamos con un par de estudiantes guarras que estaban afuera fumando cigarrillos de tabaco. Las miramos de arriba abajo, de atrás y de adelante, y seguimos camino por las escaleras. Los ascensores no me gustan. No me da miedo que se caigan de golpe, me da miedo el encierro.
Esa noche nos despedimos y al otro día el Tano pasó por casa para ir a lo del Cuervo. Antes del partido, durante la semana, los jugadores de River y de Boca declararon frases picantes, como para tratar de poner nerviosos al contrario. Uno de los que habló fue Nasuti justamente y después cumplió con el gol más importante de su carrera.
Cuando llegamos al departamento nos sentamos los de River en una punta de la mesa y los de Boca en otra. Los de San Lorenzo estaban en el medio dividiendo cualquier reacción violenta. En el primer tiempo hubo varias jugadas de gol, algún penal no cobrado al Gordo Cavenaghi, mucha fricción, roce y raspones, todo muy emocionante. El segundo tiempo fue tremendo. River salió con todo a comerse la yugular de los bosteros, y se puso arriba 1 a 0 con la bomba de Lucho González, uno de los jugadores con más técnica que vi alguna vez. Como nunca, estuve absolutamente convencido que íbamos a ganar el partido y hasta pensé que podíamos pasar a la final sin necedad de los penales. Con el empate de Charly Tévez se vino abajo nuestra mente. Faltaban menos de 5 minutos y nos deprimimos mal y puteamos para todos lados. Al Tano me acuerdo que se le pusieron los ojos rojos de la rabia. Encima un rato antes Baldasi y el juez de línea expulsaron injustamente al Cañito Sambueza.
Al toque nomás, ya casi sobre el final vino el tiro libre llovido y el 2 a 1 final. Saltamos de las sillas, nos abrazamos, nos podíamos creer semejante partido. Los insultamos a los otros y nos agarrábamos abajo y les decíamos ¡tomen, hijos de puta, tomen, hijos de puta! No podíamos parar de festejar.
Después Boca iba a meter 5 penales y River 4. Lo extraño fue que no nos pegó tanto la derrota, quizás porque no nos cargaron demasiado. Nos bajoneamos, claro, pero podría haber sido peor. Le dije al Tano Chéntola para ir a casa un rato, con la idea de no deprimirnos tanto, y buscar explicaciones que nos permitan saber por qué nos gustaba el fútbol si nos tenía que pasar cosas tan horribles como perder contra Boca ante 60 mil hinchas de la Banda en el Monumental.
Cuando entramos a mi casa de calle Illia 662 Departamento 10, vimos sobre la mesa bandejas de asado y papafritas. No podíamos entender lo que veíamos. Dos kilos de asado y medio kilo de papafritas para devorar y ahogar penas. Le pregunté a mi hermana qué era eso y ni ella sabía cómo había tanta comida. Parece que encargaron un pedido más chico y sin querer les dieron otras bolsas reservadas para otro cliente. Obviamente nos comimos todo lo que había hasta olvidarnos del partido, por lo menos por un par de horas.

-Incluido en Superclásico, de Manuel Podestá, Ese es otro que bien baila, Narrativa 2011

Video penales Boca - Milan:
http://youtu.be/Xvmk5A3C3OE

En la casa de Willy [Julián Bejarano]

En el 2003 cuando volvimos a ser campeones del mundo, tras la vuelta del virrey Carlos, que según un relator tenía el número de celular de dios, yo estudiaba una carrera que odiaba de verdad. A la cual había ingresado después del comentario de un primo que prometía un aluvión de chicas lindas que se anotaban a estudiar Marketing. Lo cual, finalmente descubrí que era una mentira más grande que la ballena azul. La cátedra estaba llena de cuarentones que fracasaban en sus empleos y que se anotaban para aprender las técnicas de mercadotecnia yanquis. Herramientas que tenían como fin ajustar las tuercas de los proyectos individuales, que prometían el paraíso de los billetes y la realidad del gran sueño americano. Un pensamiento realmente estúpido si los había. Yo entré para que mis viejos me siguieran bancando sin trabajar, aunque después esas vacaciones universitarias se me terminaron.
Pero bueno la vida es así. La cosa que Boca en el 2003 volvía a Tokio y está vez debía enfrentarse a una de las potencias futbolísticas más grande de Italia y del mundo, el AC Milán. Nos juntamos un montón de pibes la noche anterior al doparti en la casa de Willy. La mayoría éramos de Boca, aunque también había algunas gallinas infiltradas que soñaban con gritarnos los goles del Milán en la cara. Pusimos plata entre todos y compramos chorizos, vino, fernet, cerveza y gancia lo que venga que nos hiciera levantar las barreras de la conciencia para disfrutar aún más de una emoción. Willy armó en el fondo de la casa un banquete largo con la ayuda de unos cuantos caballetes y tuvo que pedir sillas prestadas a los vecinos porque las que tenía no eran suficientes. El asador era Lucas, un pibe al que por más que no lo vea seguido siempre será mi amigo, un flaco alto, largo y macanudisimo. Willy puso adelante del banquete el televisor con la video y tras buscar inútilmente en todos los canales imágenes de Tokio, metió un par de pornos para entretenernos.
Terminamos de comer y nos metimos adentro a jugar a las cartas y seguir escabiando. Se hizo larga la noche que pasamos en vela del Boca vs Milán de aquel 2003.
Cuando finalmente llegó la hora del pitazo inicial, como era obvio, todos estábamos medio en pedo. Lo que llevó a que mientras los 11 de Boca estaban dejando todo en Tokio, en Paraná más precisamente en el barrio de las casitas rojas, hubo amagues de piñas y hasta cogotiadas entre unos y otros. Willy terminó echando a un gallina infiltrado que se llamaba Marcos. También había gente de otros clubes, yo medio que discutí con un hincha de independiente que quiso que arreglemos la discusión afuera y con la ayuda de las manos, cosa que por supuesto no acepté, era grandote y gordo y me iba a malmatar. Cuando Donnet empata el partido se produjo un despelote de cuerpos adelante del televisor, las sillas volaron a la mierda y la mesa se corrió de lugar, algunos pegaban piñas a las paredes y otros se abrazaban, Willy salió de la casa y tras gritar el gol a viva voz, le empezó a patear la puerta al vecino hincha del millo, cosa que agravó a un más la situación. Todos pensamos que no íbamos a salir vivos de la casa, que afuera nos esperaban una multitud de gallinas que nos iban a dar para que tengamos y de paso guardemos.
Los noventa minutos terminaron 1 a 1. Se venían los penales.
Siempre pienso que me va a dar un infarto alguna vez delante de un televisor mirando unos penales y pensar en esa muerte tan bizarra me hace replantearme cosas, sin embargo cuando vuelvo a pasar por esa misma instancia decisiva, vuelvo a sentir lo mismo que la primera vez, es inútil alguna vez moriré delante de un televisor mirando unos penales.
Willy tenía un rosario entre las manos y estaba de rodillas rezando encerrado en la pieza. Lucas salió de la casa a respirar aire y a tratar de entrar lo más tranquilo posible. Algunos buscaban las últimas gotas de alcohol que tuviera alguna botella ya tirada en el tacho de la basura. Yo estaba cagado en las patas y para tratar de tranquilizarme me decía a mi mismo que sólo era un partido de fútbol jugado por futbolistas multimillonarios que no tenían que buscar botellas en el tacho de la basura para poder contralar sus emociones como hacían mis amigos. Pero bueno, más allá de lo racional con que se pueda tratar de interpretar el fútbol, es algo inexplicable y discúlpenme por el cliché de la expresión pero es así.
Abbondanzieri atajó dos penales, el primero a Pirlo, aunque la patada de Costacurta a la tierra opacó la atajada del pato, sumado al tiro a las nubes de Seedorf eso nos dio la tercera copa del mundo en la historia del club de la rivera, eso y los penales convertidos por Schiavi, Donnet y Casini. El pato atajó los penales con la viveza argentina de poner nervioso a los shoteadores adversarios, eso está más claro que el nombre de la famosísima empresa de telefonía celular. Lo más increíble de todo fue como se escuchaba la 12 de fondo por sobre todos los nipones.
Cuando Casini patea y convierte el penal número 4 fue una especie de terremoto adentro de la cocina de Willy. No se sabía si saltábamos, gritábamos, pegábamos o si hacíamos todo junto al mismo tiempo. En ese estado de locura generalizada, Lucas saltó debajo del hueco de la puerta y se abrió la cabeza contra el marco. Tuvimos que llevarlo en moto al dispensario para que le cosieran la herida o por lo menos que se la pegaran con la gotita. Por eso no pude ir a festejar a la plaza la tercera copa intercontinental de boquita. Volví tranquilo a casa en la moto después de que cocieron a Lucas. Me acosté y prendí la tele y me dormí feliz mirando los festejos bosteros en todos los rincones de este enorme país.

-Incluido en Superclásico, de Julián Bejarano, Ese es otro que bien baila, Narrativa 2011

Mini gira histórica intergaláctica

Nos trasladamos en un plato volador a 106.000 kilómetros por hora, como todas las naves interespaciales. Estaremos en la Flia de Rosario el 7 y 8 de mayo, en la Flia de Paraná en 5 y 6 de junio, y presentaremos la editorial en Buenos Aires, en el invierno próximo. Nos vemos!

La Grulla de la Poesía

El hit del verano

En la terraza de tarde

Dos palomas resbalan en un cable
que atraviesa las nubes rastrilladas:
a medida que una cae, la otra se aleja.
Dos gatos deslizan la siesta
en la terrazas de la cuadra.
Me envuelvo en celos por un amor pasado
pero extraño a mi amiga. El verano
aún no acaba, algunas avispas
reconstruyen un panal abandonado.

-En "Una nube solitaria viaja ociosa", de Camilo Tsuú, 2011

Una nube solitaria viaja ociosa

XX

Yacen en la oscuridad unas medias humedecidas,
pienso en la tormenta de Santa Rosa demorada.
Espero que esta nueva lluvia
te encuentre maravillada donde quiera que estés.

-En "Son sólo ejercicios, no deberías recordarlos", de Bruno Revello, 2011

Son sólo ejercicios, no deberías recordarlos

Fragmento

EL auto va por el callejón
A la velocidad del miedo
El polvo se levanta en la noche
Se pega a las plantas recién regadas
(por si hace falta: esto no las favorece)

-En "Finca", de Tomás Fadel, 2011

Finca

Goteo

Mi vida se divide en dos:
se feliz en el trabajo y
el resto del tiempo
ensayar mil maneras
de poner un trapo
debajo de la canilla
para que no haga tanto ruido
la gota al caer.

-En "Agustina" de Daniela Dal Maso, 2011

Agustina

Panasonic

Solía llevarse porno al baño, ahora lleva
el catálogo de muebles del hit del verano orquídea
fucsia, camel, cobalto, manteca, ¿qué sofá
pega más con mi personalidad?

-En "El hit del verano" de Ramiro García y Tomás Boasso, 2011

El logo!

Segunda noche del ciclo de lecturas de poesía en Paraná

La segunda jornada de lecturas será el viernes 19 y tendrá lugar nuevamente en el patio de Eter –Corrientes 139-. El encuentro será a las 21:30. Esta vez leerán sus textos las poetas Camila Fernández (Santo Tomé), Cecilia Moscovich (Santa Fe), y los poetas Lucas Mercado, Lucas Secundini y Román Sangoy (todos de Paraná). El ciclo es organizado por la editorial “Ese es otro que bien baila”. Habrá música en vivo, exposición de cuadros y venta de libros.

El próximo viernes 19 de noviembre a las 21:30, se viene la segunda noche de lecturas de poesía al aire libre. La cita es en el patio de ETER (Corrientes 139) y esta vez Camila Fernández (Santo Tomé), Cecilia Moscovich (Santa Fe), Lucas Mercado, Lucas Secundini y Román Sangoy (todos de Paraná) recitarán textos para todo el público. En este caso, en el espacio al aire libre se podrán observar una exposición de pinturas a cargo de la artista plástica “Kuki”.
La actividad es coordinada y organizada por la editorial “Ese es otro que bien baila” y cuenta con el apoyo de ETER Paraná. Los viernes de noviembre y diciembre cada 15 días, el público puede disfrutar de la lectura de textos. Además se venderán libros de la editorial y el público podrá leer sus textos en la sección “Micrófono abierto”, luego de las lecturas programadas.

Ciclo de poesía: capítulo I

En Rosario

Del 21 al 26 de septiembre los libros de la editorial Ese es otro que bien baila estarán a la venta en el XVIII Festival Internacional de Poesía de Rosario. Allí se podrán comprar los primeros cinco títulos a 15 pesos cada uno.
Todos los años, durante el Festival se organiza la feria de las editoriales con puestos llenos de libros para todo el mundo. ¡Nos vemos allá!

Para mayor información, entrar en:
http://www.festpoesiarosario.com.ar/

Mi camisa llama la atención

Tapas Pillín

Yo soy dios piedra

Hay una aurora arriba de casa
la antena de la vecina la corta en dos bellezas
miro también la barranca de atrás,
en el fondo todo está oscuro.
Yo robo.
Nos sentamos a tomar mate y hablar de locuras
dejaste de ser lo que yo quería que fueras.
Quiero ir a China, en un bote de caña de bambú
y fumar drogas,
quiero ser un árbol y que me meen
y se escondan chorros de la policía,
quiero escuchar conversaciones en los colectivos.
Voy a la playa y veo a niña en mallas y bikinis,
me remuerdo de celo,
se evaporan en el agua pesada.
Con antorchas iremos a quemar estatuas
de viejos prosaicos y explicadores
del valor aburrido del pasado.
Soy un nuevo chico del 2009,
soy lo último del personaje humano,
soy el dios piedra.

["Pillín", Román Sangoy, 2009]

Larramendi - Bejarano

Los osos pandas son hermosos - Delgado

Tapas El último clásico

Mi vecino riega las flores...

Mi vecino riega las flores
y yo voy y se las meo

Los libros están arriba de la cama,
no puedo acostarme,
la ventana de mi pieza da al fondo,
se ve también el del vecino.
En todas las siestas de primavera
él riega sus flores.
Con la manguera hace movimientos rectos
hacia arriba y hacia abajo,
otras veces su mano forma círculos
de chorros y gotas de agua,
y las flores por el reflejo del sol
brillan perladas
por las diminutas gotas hermosas.
Cuando veo que se va
me cruzo para sacar el chingo
y mear esas flores recién bañadas:
insisto en que todavía
puede caer ácido del cielo.

[Ariel Delgado, "El último clásico", 2010]